Investigadores de las Universidades de Sevilla, Córdoba y Jaén han confirmado que el hecho de compartir mensajes, imágenes o vídeos íntimos no supone en sí mismo la causa de un impacto emocional negativo en los adolescentes. Además, la búsqueda de protagonismo dentro del grupo hace que vean en esta práctica un medio para sobresalir y así lograr prestigio y aceptación.